Una de las estructuras más interesantes que han aparecido en Fuente Álamo es la habitación 10 de la fase villa, cuya disposición es bastante singular y diferenciada del resto. Se trata de una estancia cuadrangular de orientación NW-SE de 7 x 4.4 m. y en cuyos muros se abren once nichos de los que destaca el central. El pavimento se divide en tres naves, diferenciadas por la altura, pues las dos laterales se elevan con respecto a la central, generando sendas tribunas. Destaca también la inexistencia de ventanas y el grosor de sus muros de opus mixtum que llegan a tener hasta 95 cm de ancho (algo más de tres pies romanos). A esta estancia se accede por una puerta única que comunica con uno de los corredores de la villa a través de una antesala (habitación 8) a la que abre otra pequeña estructura de poco más de 6 m2 (habitación 9). Todas estas estancias están pavimentedas con mosaicos geométricos bícromos (blanco y negro), indicativo indiscutible de que se trata de una zona rica de la villa.
Pero es precisamente esta extraña estructura la que ha complicado su interpretación y ha dividido a la comunidad científica. Existen por lo tanto varias teorías que intentan explicar la función de la habitación 10, si bien es cierto que ninguna resuelve la problemática en su totalidad. Una interesante hipótesis es que se trate de una sala dedicada al culto a Mithra o mithraeum. Se trataría por lo tanto de una pequeña capilla cultual en la que se desarrollarían uno de los cultos más desconocidos de la Antigua Roma.
¿Quién era Mitra?
Mitra era un dios védico (en sánscrito mitra significa "tratado") cuyo origen lo podemos encontrar tanto en Irán como en la India, aunque adquiere relevancia en el contexto persa aqueménida. Mitra es un dios solar, de la luz, de la fecundiad y la regeneración cíclica. A pesar de que en el momento inicial es un dios asociado a un panteón (hindú e iranio), llegó a convertirse en la divinidad principal de una religión que lleva su nombre, el Mitraismo.
Aunque exista poca documentación a cerca del mitraismo, sí que se ha podido reconstruir en cierto modo el mito en torno a este enigmático dios. El problema principal con que se han encontrado los investigadores ha sido la inexistencia de un relato literario que recoja el mito mitraico, pero no sólo esto, sino que tampoco existe la certeza de que hubiera existido en la Antigüedad tal texto. A pesar de todo ello se conservan actualmente referencias al mitraismo a sus teóricos a través de la obra de Porfirio (siglo III), quien en De abstinentia ab esum animalum habla de Eubolo, que había escrito un tratado sobre Mitra en varios volúmenos, y de Palas, a quien considera el escritor que mejor había recogido las enseñanzas de Mitra. Es por lo tanto a partir de estas citas literarias y, sobre todo, a través del estudio iconográfico de los relieves y pinturas que nos han llegado, la única forma de reconstruir el mito.
El motivo más repetido por la geografía mitraica es, sin lugar a dudas, la escena de la Tauroctonía, es decir, el sacrificio del toro. Este acto simbólico está realizado por el joven dios, ataviado a la manera persa y tocado con un típico gorro frigio (llamado pileus). De la sangre que brota de la herida del animal inmolado beben un perro y una serpiente, que son sustituidos en ocasiones por una crátera, al tiempo que un escorpión ataca los genitales del toro. El rabo del animal se está convirtiendo en una espiga de trigo en el momento del sacrificio. La tauroctonía se lleva a cabo en una cueva, lugar que representa al universo inanimado creado por Mitra y cuya simbología será importantísima para entender el mitreo. Con la inmolación del toro consigue no sólo crear la vida, sino permitir su regeneración anual.
La escena de la tauroctonía se rodea además de una serie de elementos que pueden o no aparecer. Estos son, en primer lugar los gemelos Cautes y Cautópates (de los que hablaremos más adelante), que flanquean la escena principal, Helios y Selene (el Sol y la Luna), que se sitúan en la parte superior y contemplan el acto (en todos los relieves Mitra mira al dios-sol, en la esquina superior izquierda), los planetas y los signos zodiacales que pueden aparecer colocados de forma muy diversa. A esto hay que añadir una crátera, como se ha señalado más arriba, elemento fundamental en el mitraísmo cuya simbología aún está por determinar, aunque parece ser el continente de los fluidos sagrados (sangre y semen del toro, agua y miel).
Mitra Tauroctonos. Museo Británico |
Mitra naciendo de la roca. Roma, zona de San Stefano Rotondo |
Pero existen otras muchas representaciones del dios (el sueño de Mitra, el nacimiento de Mitra a partir de un árbol, Mitra mitigando la sed a los hombres al hacer brotar agua de una roca,...), de las que es interesante destacar la escena del Tránsito. Ésta relata cómo Mitra debe dar caza al toro antes de su sacrificio y, una vez atrapado tras montarlo y asirlo por sus astas, lo transporta a la cueva. Carga entonces con el animal sobre su espalda y debe superar numerosos obstáculos en su camino, alegoría de las vicisitudes que soportan los hombres en su vida y que muchos autores han puesto en relación con el camino que recorrió Cristo cargado con el madero hasta el monte Calvario. Una vez había llegado Mitra a la cueva, un cuervo, mensajero de los designios del Sol, le comunica la necesidad de matar al toro para consumar el acto creacionista.
La variedad de esta iconografía ha originado una serie de teorías de distinta índole que han intentado explicarlas y que han dividido a los investigadores. De la interpretación mitológica de Cumont se pasó a otras como la astrológica o la simbólica, aunque ninguna de ellas ha conseguido imponerse al resto.
Cautes y Cautópates
Anteriormente se ha hablado de dos enigmáticos personajes que se encuentran en muchas de las representaciones más usuales del mitraísmo, Cautes y Cautópates. Su origen y significado es incierto, aunque parece ser que, por etimología, se relacionen con el origen iranio del culto, pues la raiz de sus nombres (caut) parece hacer referencia a la luz. Por el contrario la partícula negativa pates indica un antagonismo entre un personaje y otro (pudiendo traducirlos como luminoso y antiluminoso u oscuro).
Iconográficamente se representan como dos jóvenes persas tocados, como Mitra, con un pileus, y portando en sus manos sendas antorchas, una de ellas en alto (la llevada por Cautes) y la otra apuntando hacia abajo. Debido a la semejanza con la que se representan a estos dos personajes suele referirse a ellos como gemelos (en el mitreo de Santa Prisca aparece esta denominación). También es llamativo que casi siempre aparezcan acompañando a Mitra, con quien comparten muchos rasgos iconográficos.
La simbología que se atribuye a Cautes y Cautópates es tan diversa como interesante. Es curioso como Cautes casi siempre se sitúe a la izquierda y Cautópates a la derecha de la escena mitraica, por lo que se han interpretado como alegorías de la salida y puesta del Sol, por oriente y occidente respectivamente, dejando a Mitra en el centro, pudiendo representar al Sol en su cenit. Relacionado también con su situación se toman como personificaciones de mar y el cielo, oriente y occidente, el Sol y la Luna y, consecuentemente símbolos de la vida y la muerte.
En directa relación con esto último está la aportación de Gordon y Beck que, interpretando un pasaje de Porfirio, toma a los dos gemelos como agentes de Mitra que controlan las puertas por las que se producen el descenso de las almas desde las estrellas al mundo de los mortales y el recorrido inverso, es decir, el ascenso a la inmortalidad después de abandonar el cuerpo terrenal.
Ya se ha comentado que estos gemelos aparecen en la escena del nacimiento de Mitra, en la creación y en la tauroctonía. La cercanía iconográficas de estos dos personajes con el dios persa ha llevado a pensar en otra interesantísima interpretación. Se trataría de dos representaciones del propio Mitra por lo que se podría hablar de una trinidad mitraica y que explicaría el término triplasios con el que, en el siglo on VII, Dionisio Areopagita denominaba a Mitra. Esta interpretación se apoya también en un curioso relieve aparecido en Dieburg en el que parece ser que se representa el nacimientro de Mitra de un árbol (en lugar de una roca), pero de éste salen tres cabezas tocadas con pileus que posiblemente sean los rostros de estra misteriosa tríada.
El culto mitraico
Un último aspecto que debe tenerse en cuenta para la interpretación y comprensión del espacio en un mitreo es conocer cómo era el culto que practicaban los mitraicos. Para ello debemos conocer varias cosas.
Una de las características del mitraísmo es su condición hermética, es decir, el alto grado de secretismo que alcanzaron sus cultos. Este carácter cerrado ha sido, entre otras razones, el causante de la limitada información que nos ha llegado. El mitraísmo era una religión iniciática, esto es, sólo podían acceder a los cultos aquellos que previamente habían recibido una iniciación, un bautismo. Pero el pertenecer a la comunidad no te permitía el acceso a todos los ritos y ceremonias, sino que una vez dentro existía una fuerte jerarquía que había que respetar. Esta jerarquía la constituían siete grados a los que se accedían a través de diferentes ritos. El número siete es fundamental en la simbología mitraica y debe ser tenido en cuenta en la interpretación del mitreo.
El mitreo de Fuente Álamo
Dadas unas breves pinceladas sobre el mitraísmo, es necesario explicar por qué la estancia 10 de la villa de Fuente Álamo se ha interpretado como un mitreo. Es importante aclarar que durante las excavaciones las hornacinas a las que hice referencia aparecieron cegadas (salvo el ábside central), lo que ha llevado a pensar en la reutilización de este espacio posteriormente para otro tipo de uso, hecho que se ratifica con la presencia de un hogar que rompe el mosaico de la nave central y que fue construido después del abandono del edificio. No se ha encontrado, sin embargo, ningún elemento decorativo (salvo algunos restos de pintura mural in situ) que certifique esta teoría, lo que ha complicado aún más la interpretación.
Pero si no existe iconografía mitraica en Fuente Álamo, ¿por qué se habla de mitreo?. Los elementos que barajamos para tal explicación son varios. En primer lugar un mitreo era una sala de dimensiones reducidas (el de Fuente Álamo a penas tiene 30 m2) sin iluminación natural, imitando la Cueva de Mitra. El secretismo de su culto obligaba a situarlo en una zona discreta de la vivienda, de manera que se explica esa antesala que sirve de acceso (habitación 8) a la sala principal. El culto mitraico requería además de una estructura específica, y es que este rito, al contrario de lo que ocurría con los cultos a los dioses griegos y latinos, se hacía en el interior del mitreo. El rito mitraico consistía en un ágape, una comida dedicada a Mitra, y que rememoraba aquélla que había tenido lugar entre el dios frigio y Helios, celebrando el sacrificio de la res que garantizaba la regeneración anual de los cultivos. Este ágape se realizó en el interior de la cueva mitraica (de ahí que se celebre dentro del mitreo), y para ello son necesarias las dos tribunas laterales que presenta la habitación 10, pues a cada lado de la nave central se disponían las mesas a las que se sentaban los comensales.
Los mitreos suelen tener también un gran altar central donde estaría la estatua de Mitra Tauróctonos, presidiendo el culto. Además era necesario abrir huecos en las paredes para colocar en ellos las representaciones de cada una de los siete estadíos por los que un mitraísta debía pasar a lo largo de su vida cultual.
Reconstrucción hipotética del interior de la habitación 10 de la villa de Fuente Álamo según Juan Alberto Aguilar |
En este caso Fuente Álamo conserva diez nichos (sin contar el ábside central) que aunque parece contradecir lo anterior, veremos que no es así. En primer lugar hay una clara distinción entre los dos nichos centrales de los paramentos NE y SW, pues son de planta semicircular, siendo cuadrangulares el resto. Es importante destacar este hecho, pues era necesario, en la cueva mitraica, reservar sendos espacios a Cautes y Cautópates, a ambos lados de la escena del sacrificio central. De las ocho hornacinas restantes, siete de ellas contendrían los símbolos de los grados mitraicos y la octava se reservaría a la Crátera, un vaso fundamental en el culto mitraico, cuya importancia ya hemos reseñando con anterioridad.
Aunque los datos expuestos anteriormente puedan inducir a ratificar la teoría del Mitreo, no es menos cierto que aún carecemos de herramientas suficientes para afirmarlo con total rotundidad. Quizás las futuras excavaciones permitan despejar esta emocionante incógnita que guarda Fuente Álamo.
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